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¿Puede venderse un tesoro nacional? El caso “Mata Mua”

12 de julio de 2025

¿Puede venderse un tesoro nacional? El caso “Mata Mua”

Mata Mua quiere decir, en tahitiano, “Érase una vez”. Y este es el nombre con el que conocemos esta emblemática obra que Paul Gauguin realizó durante una larga estancia en Tahití.

¿Es un episodio real o inventado? ¿O quizá una mezcla de ambos? Un alto árbol con un tronco ancho nos divide la composición en lo que podríamos entender como dos episodios: a la derecha, dos mujeres vestidas de blanco descansan en la hierba. Una de ellas está tocando la flauta. A la izquierda, un grupo de mujeres igualmente vestidas bailan ante una escultura de la diosa Hina.

Obra Mata Mua de Paul Gauguin
Paul Gauguin, Mata Mua (Erase una vez), 1892

Pero hoy no vamos a hablar de la obra en sí. Sino de un episodio dramático que protagonizó en el panorama cultural: no por su calidad técnica, sino porque su propietaria, Carmen Cervera, quiso venderlo. Lo que significaba que ya no formaría parte del depósito de obra que hizo al Museo Thyssen. ¿Recordamos este episodio?

La joya de la corona

En 2019, en una entrevista al programa Salvados, la baronesa reconocía que este era su cuadro favorito y una joya de su colección. También mencionaba que no estaba a la venta, porque sería un sacrificio despedirse de él, pero que tenía muchos pretendientes. La baronesa explicaba en ese momento que no tenía liquidez y que por eso las ofertas eran muy tentadoras.

Claramente, Carmen Cervera empezaba una estrategia de marketing para centrar las miradas en su colección y, más concretamente, en la obra de Gauguin. Una especie de tira y afloja que llevaba años manteniendo con el Ministerio de Cultura. Y era evidente que se quería dar un paso claro en estas negociaciones.

La baronesa Thyssen, el ministro Miquel Iceta y Borja Thyssen-Bornemisza delante del Mata Mua
La baronesa Thyssen, el ministro Miquel Iceta y Borja Thyssen-Bornemisza (Fotografía de Juan Carlos Hidalgo)

¿Qué estaba pasando en las colecciones del Thyssen?

En junio de 2020, las noticias se llenaban de titulares sobre la reapertura de los museos. Lamentablemente, no todas fueron noticias positivas. El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza reabrió sus puertas y muchas cosas habían cambiado…

La mayoría de cambios tenían que ver con las nuevas medidas de seguridad en las salas y otros espacios del museo: hay que llevar mascarilla, potenciar el uso de gel hidroalcohólico, reducción del aforo. Pero resulta que no se redujo solo el aforo de los visitantes. El Museo Thyssen abrió sus puertas, sí, pero faltaban 4 obras importantes en sus paredes. ¿De quién eran esas obras y a dónde se iban?

Os pongo en antecedentes:

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza conserva una de las colecciones de pintura más importantes del S.XX. Esta colección es propiedad del Estado desde 1993, un año después de la inauguración del edificio como museo. Una década más tarde, concretamente en 2004, la baronesa Carmen Cervera depositó en préstamo una parte importante de su colección. Momento que se aprovecha para ampliar el edificio del museo y así poder albergar la colección.

¿Te lo dono o me lo guardas?

Es importante hacer una pausa para hablar de dos términos y así poder entender mejor la relación entre la baronesa y el museo (o el Estado):

  • Donación: cesión gratuita de un documento, es decir, el documento pasaría a ser propiedad del museo.
  • Depósito: entrega voluntaria de una obra por parte del depositante. Le sigue perteneciendo, pero el depositario debe guardarlo y protegerlo.

La colección de Carmen Cervera es un depósito (o préstamo), lo que significa que le pertenece a ella y no al Estado. Aunque el Estado la conserva, protege y restaura las obras (haciéndose cargo de los gastos).

¿Qué hace el Estado para tener “más poder” sobre la colección? En 2002, ambas partes firman un acuerdo que declaraba una cesión gratuita de las 430 obras que formaban la colección personal de la baronesa. De esta forma, impedían que la baronesa pudiera retirar las obras, de las cuales 240 se exponían en el Museo. El acuerdo estuvo vigente durante diez años, y se iba renovando de forma anual.

Salas del Museo Thyssen con obras de la colección de la baronesa
Salas del Museo Thyssen con obras de la colección de la baronesa (Fuente: web del Museo)

Con el paso de los años, a la baronesa este acuerdo no le acaba de satisfacer, lo considera obsoleto y anticuado, pero la verdad es que lo quiere modificar porque ella no sale tan bien parada como considera que debería, ¿por qué?:

  • Quiere más movilidad: quiere que las obras se puedan prestar más y participar más en exposiciones temporales por todo el mundo.
  • Tener mayor disposición: quiere poder disponer de más obras para su venta, actualmente tiene derecho a vender un 10% del valor total de la colección.

Obviamente, todos estos cambios le favorecen, porque a mayor movilidad, más se revalorizan sus obras y, por tanto, más caras puede venderlas.

Pérdida de patrimonio en nuestro país

Obra La esclusa de John Constable
John Constable, La esclusa, 1824
Cuando ha podido (o “ha necesitado”), ha hecho uso de ese 10% para vender obra. En 2012, hizo uso de este poder para vender una de las obras estrella de su colección: “La Esclusa” de John Constable. Aseguró que la vendía “con mucha pena”, pero que debía hacerlo porque necesitaba liquidez (27 millones de euros de liquidez le entraron). Esta decisión causó mucho revuelo, pero mayor escándalo fue el que se vivió en las salas del Thyssen en 2020. ¡Hablemos de él!

Y es que a finales de 2019 Cervera solicitó vender Mata Mua alegando problemas económicos. El anterior ministro de cultura rechazó su petición y a cambio le propone: que no venda Mata Mua y que venda en su lugar 3 obras “menores”, además de una retribución de casi 7 millones anuales durante 15 años por su préstamo.

Las 3 obras que harían de trueque eran: Caballos de carreras en un paisaje, de Degas (1894), El Martha McKeen, de Wellfleet (1944) y El puente de Charing Cross, de Monet (1901). El museo diría adiós a estas tres obras a cambio de mantener la obra de Gauguin. Y, al parecer, así se aceptó.

Tres obras de la colección de Carmen Cervera
De izquierda a derecha: Edgar Degas, Caballos de carreras en un paisaje (1894), Wellfleet, El Martha McKeen (1944) y Monet, El puente de Charing Cross (1901)
Pero… si ambas partes aceptaron este acuerdo, ¿por que al entrar al museo faltaban 4 obras y no 3? Porque con el intento de acuerdo de 2019, la baronesa consiguió los permisos para vender las obras de Monet, Degas y Wellfleet. Y, en 2020, con el nuevo ministro, renegoció la venta del Mata Mua. Y este nuevo ministro le dio el permiso.

¿Y qué pasó finalmente con las obras?

Se criticó la decisión del nuevo ministro, que se limitó a decir que “la obra es suya”, y si quería venderla, podía hacerlo. Y es cierto que es un factor importante a no olvidar: la colección pertenece a la baronesa. Aunque se exponga en el museo, si pide y se le acepta, puede hacer lo que considere. La colección irá perdiendo/vendiendo obra si ella así lo quiere.

Detalle de cartelas rojas en las salas del Museo Thyssen
Detalle de cartelas rojas acompañando a obras de la colección en el Museo Thyssen (imagen del Diario de Navarra)
Y ahora te estás preguntando, ¿todas las obras del Museo podrían llegar a desaparecer? No, todas no. Si paseamos por las salas podemos diferenciar las que pertenecen a C. Cervera de las que son propiedad del museo por este detalle: las cartelas que acompañan a las obras. Las que tienen cartelas rojas, son propiedad de la baronesa.

Habemus Mata Mua

“El Mata Mua’ no se vende, es el amor de mi vida”. El plot twist es que esta importante obra finalmente se quedó en el país. Es cierto que durante algunas semanas los visitantes no vieron estas 4 obras, pero no estaban realmente vendidas, sino “en estado de negociación”. Vamos, en un tira y afloja estratégico para ver si conseguía mejores condiciones para su préstamo.

Finalmente, Carmen Cervera aseguró que no iba a vender los 4, aunque sí alguno de ellos, ya que tenía cuatro hipotecas y muchos gastos. Y que la venta de más o menos unidades iba a depender de la negociación. Básicamente, no quiere ceder su colección de forma gratuita, sino que quiere el pago de un alquiler anual por parte del Estado.

¿Os parece bien que reclame esto? ¿Es una petición lógica? Ella alega que ya ha dejado el préstamo gratuito durante muchos años, y que ahora tiene que pensar en sus herederos, que no tienen por qué ser tan “altruistas” como ella. Aunque también hemos de pensar que, durante todos estos años, siempre que se ha realizado alguna restauración o medida de protección en las obras, han sido a cargo del Estado.

Sea como sea, el último acuerdo incluye 328 obras que serán expuestas en el Museo para disfrute de todos los visitantes durante 15 años. Hasta el próximo tira y afloja, claro.