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5 curiosidades de “En una osteria romana”

29 de junio de 2025

5 curiosidades de “En una osteria romana”

Si hay algo que esta obra nos deja claro, es que no importa cuánto intentemos pasar desapercibidos: alguien siempre nos está observando. En este caso, no solo los personajes de la primera mesa nos miran con curiosidad, sino que hasta el gato parece estar juzgándonos desde su silla.

“En una osteria romana”, pintada en 1866 por el artista danés Carl Bloch, es una de esas obras que llaman la atención, nos atrapan y nos hacen preguntarnos cosas. La composición, los gestos de los personajes y la sensación de haber irrumpido en un momento privado nos hacen detenernos y observar con más atención. Pero, ¿qué historia esconde realmente este cuadro?

Hoy os traigo cinco curiosidades que harán que entendáis un poquito más esta pintura.

1. Un encargo especial y dos retratos conocidos

La obbra fue un encargo de Moritz G. Melchior, un rico comerciante y amigo personal de Carl Bloch. Pero Melchior no se conformó solo con financiar la obra: también quiso formar parte de ella.

Detalle de los tres hombres sentados al fondo
Detalle de los tres hombres sentados al fondo
Si miramos al fondo de la pintura, vemos un grupo de tres hombres conversando animadamente. Uno de ellos es Moritz G. Melchior. No era raro que los mecenas pidieran ser incluidos en las pinturas que financiaban, en muchas ocasiones los vemos claramente en un primer plano. Pero en este caso, su presencia se integra de manera natural en la escena, como un personaje secundario más.
Moritz G. Melchior pintado por F. C. Lund en 1865
Moritz G. Melchior pintado por F. C. Lund en 1865
Y si su mecenas tenía un lugar en la pintura, Bloch no iba a quedarse fuera. El propio artista se retrató en la obra, aunque de una manera más discreta. Está sentado en la mesa del fondo, de espaldas, junto a su amigo y otro tipo. Este detalle, además de ser un guiño personal, refuerza la sensación de autenticidad de la escena y remarcaría la amistad entre los dos hombres. Bloch no solo pintó un instante de la vida cotidiana italiana, sino que los incluyó dentro de ella, como si realmente hubieran estado allí teniendo una charla y compartiendo delicias de la cocina italiana.

Llegados a este punto seguro que te estás preguntando “¿y quién es ese hombre🎶?”, pensando en el tercero en discordia. No hay fuentes fiables que nos hablen de él. Se sospecha que sería otro amigo del grupo, pero desconocemos la identidad real.

2. Fuerte influencia de su maestro

Carl Bloch fue discípulo del pintor Wilhelm Marstrand, un artista danés conocido por sus escenas costumbristas de la vida italiana. La pintura de Bloch se inspira en la de este, y esta obra en concreto tiene un claro referente: “Escena de una osteria italiana”, de Marstrand.

Wilhelm Marstrand, “Escena de una osteria italiana”, 1847
Wilhelm Marstrand, “Escena de una osteria italiana”, 1847
En esta pintura, Marstrand captura la esencia de una taberna italiana, donde dos jóvenes italianas y una mujer más mayor (probablemente son familia, se parecen bastante), comparten mesa en una osteria. Una de las chicas levanta su copa y establece contacto visual para dar la bienvenida a alguien que estaría entrando al establecimiento. La otra está de espaldas, pero no por eso nos rechaza, sino que mira directamente al espectador por encima de su hombro izquierdo. La mujer mayor, por el contrario, parece que duerme. Aunque es dudoso, ya que sostiene con fuerza el cuchillo.

¿Os habéis fijado que no son las únicas protagonistas de la obra? Y es que debajo de la mesa, agazapado entre los manteles, hay un perrito al que apenas le vemos el morro. En el fondo, dos personajes están cocinando -probablemente una pizza al forno di pietra.

Carl Heinrich Bloch, “En una osteria romana”, 1866
Carl Heinrich Bloch, “En una osteria romana”, 1866
Es evidente que Bloch se inspiró en esta obra al crear su “En una osteria romana”, adaptando elementos y añadiendo su toque personal para reflejar la vida cotidiana italiana desde su perspectiva. Ambas obras comparten el ambiente de taberna, la distribución de los personajes y el uso de la luz para resaltar las expresiones.

Bloch dota a su versión de una mayor intensidad emocional, reforzando la expresión y las miradas directas al espectador y ese aura de intriga que hace que nos sintamos parte de la escena. Personalmente me siento mucho más “amenazada” por estas caras y miradas que por las del maestro, que me resultan más simpáticas.

3. El protagonista de la obra: el gato

Podríamos pasar horas analizando las expresiones de los personajes humanos, pero seamos sinceros: la verdadera estrella de la pintura es el gato. Sentado en la esquina izquierda, tan ricamente en el banco, con la cabeza ligeramente inclinada y una mirada de juicio puro, este gato añade una capa extra de significado a la obra.

En la historia del arte, los gatos suelen simbolizar misterio, independencia e incluso traición. Y en este caso, podemos decir que su presencia aumenta la tensión de la escena. ¿Ha entrado alguien en la taberna y al gato no le parece bien? ¿Nos está observando a nosotros, los espectadores, con el mismo escepticismo que los personajes humanos? ¡¿qué le hemos hecho!?

Detalle del perro bajo la mesa en la obra de Marstrand
Detalle del perro bajo la mesa en la obra de Marstrand
Como he comentado anteriormente, en ambas obras tenemos apariciones animales. Pero mientras en la obra de Bolch el gato es el claro protagonista, en la de Marstrand el animal está oculto y puede hasta pasar inadvertido si no te fijas bien. Bolch le da protagonismo al gato. Lo muestra claramente, quiere que el espectador repare en él y se detenga. El gato aporta misterio a esta pintura.
Detalle del gato bajo la mesa en la obra de Bolch
Detalle del gato bajo la mesa en la obra de Bolch
En la obra de Marstrand, por el contrario, el perro aparece cubierto por los manteles y casi no lo vemos. En la historia del arte, este animal simboliza la lealtad, fidelidad y protección. Pero en esta pintura aparece escondido, ¿sugiriendo quizá que la lealtad y la confianza se están viendo alteradas? ¿tendrá algo que ver con la persona que está entrando en la escena?

4. Rompiendo la cuarta pared

Uno de los recursos más interesantes de esta pintura es el uso de la “cuarta pared”. En el cine y el teatro, este término se refiere al momento en el que un personaje mira o habla directamente al público, rompiendo la barrera invisible entre la escena y el espectador.

Aquí, Bloch hace exactamente eso: los personajes principales y el gato nos miran directamente, como si nos hubiéramos entrometido en su conversación. ¿Nos están invitando a unirnos? ¿Nos están juzgando? ¿Hemos interrumpido un momento incómodo?

Sea cual sea la intención, este recurso logra que la pintura no sea solo una imagen estática, sino una escena viva y en movimiento, donde nosotros, los espectadores, también jugamos un papel.

5. ¿Por qué una osteria italiana si él era danés?

Carl Heinrich Bloch era danés y era reconocido por sus obras de temática religiosa. Entonces, ¿por qué pintó una escena costumbrista en Italia?

Bloch, como muchos artistas de Europa en la época, viajó a Italia atraído por su luz, su historia y su arte. Allí desarrolló su gusto por las escenas costumbristas italianas y se dejó influir por los grandes maestros del Renacimiento y el Barroco. “En una osteria romana” es una interpretación personal de la vida italiana, representada con mucho respeto.

Y es en Italia también donde conoció a Wilhelm Marstrand, su mentor, cuya influencia es clave en sus primeras obras. Y que ya hemos visto cómo influyó su arte justamente en esta obra.

Un instante atrapado en el tiempo

“En una osteria romana” no es solo una escena costumbrista de la vida italiana, sino una pintura que nos interpela, nos provoca y nos invita a imaginar. Cada personaje, cada objeto y cada mirada cuentan una historia. Y lo mejor es que esa historia cambia según quién la observe.

Así que ahora te pregunto: ¿qué historia ves tú en esta escena?