arte

Cuando Florencia enfrentó a Leonardo y Miguel Ángel

19 de octubre de 2025

Cuando Florencia enfrentó a Leonardo y Miguel Ángel

Un poco de contexto histórico

Nos situamos a inicios del siglo XVI, un momento “movidito” políticamente para la ciudad italiana de Florencia: los Medici habían sido expulsados y la República intentaba consolidarse. Y aquí aparece la estrella de nuestra historia, Piero Soderini, el nuevo jefe del gobierno.

Su principal misión es devolverle a la ciudad su orgullo. Y, para conseguirlo, tiene un plan brillante, aunque también temerario, que seguramente trajo muchos cuchicheos y “salseo” a los habitantes de la ciudad.

Retato de Piero Soderini, jefe de la República de Florencia entre 1502-1512
Piero Soderini (1450-1522), retratado por Ridolfo del Ghirlandaio

Piero, que entendió que el arte podría ser la mejor propaganda de esta nueva Florencia, decidió realizar un encargo que enfrentaría a los dos grandes artistas del momento: Leonardo da Vinci y Michelangelo Buonarroti.

¿Quieres saber qué paso? Te lo cuento aquí.

Florencia, 1503

Piero Soderini ostentaba el título de gonfaloniere a vita (el máximo magistrado de la República), como ya hemos visto. Y necesitaba reforzar el poder del gobierno republicano frente a los viejos partidarios de los Medici.

¿Qué planeó esa cabecita suya? Convertir el Salón del Cinquecento del Palazzo Vecchio (la actual Sala del Consejo) en un monumento pictórico a la gloria de Florencia. Cada uno de sus muros debía contar una victoria militar de forma fehaciente: nada de alegorías, él quería batalla. La República debía verse fuerte, valiente, invencible.

 Sala del Consejo del Palazzo Vecchio
Sala del Consejo, Palazzo Vecchio

El ego como motor creativo

No era un reto sencillo: el que recibiera el encargo tenía que cubrir dos muros de 7 metros de alto por 17 de ancho. Y tenía que ser un resultado digno, que ensalzara la gloria de la ciudad. Y entonces, ocurrió lo siguiente:

(Yo no estaba allí, ni tampoco me lo han contado personas que lo escucharan, pero estoy casi segura de que la conversación que tuvo Soderini con sus consejeros fue🤓):

-¿Y si encargo las obras a los dos artistas más grandes del momento?
-Pero los vas a enfrentar y la cosa se puede ir de madre
-Eso hará que se esfuercen más en destacar sobre el otro y las obras sean aún mejores
-Piero, no hay huev…
-Sujétame el cubata.

Y así fue como ocurrió😶. Soderini hizo contactar de un lado a Leonardo da Vinci, que con casi 60 años acababa de volver de Milán, con su reputación de genio meticuloso y cerebral aún más crecidita después de crear La Última Cena. Y del otro, a Miguel Ángel Buonarroti, que tenía apenas 28 años, pero ya había deslumbrado a todos con su David (1504), símbolo absoluto de la libertad florentina.

Es evidente que los eligió por su talento y por la gran calidad de las obras que habían realizado. Pero no nos engañemos, bien sabido era que no se soportaban y eso da juego, en esa época y en cualquiera.

Dos batallas para Piero

Dos murales monumentales, dos visiones del heroísmo y, sobre todo, dos egos colosales compartiendo pared.

  • A Leonardo se le encargó la Batalla de Anghiari, donde los florentinos derrotaron a las tropas de Milán (1440).
  • A Miguel Ángel, la Batalla de Cascina, en la que los florentinos sorprendieron a los pisanos mientras se bañaban en el río Arno (1364).

La batalla de Anghiari o como Leonardo no respeta los deadlines

Se sabe que a Leonardo se le establecen una serie de cláusulas para la realización de la obra, que marcaban fuertemente la importancia de entregarla dentro del tiempo establecido. ¡Respete el deadline, sr. da Vinci! Pero también sabemos que Leonardo hacía un poco lo que le venía en gana y esa no iba a ser una excepción. Piero ya sabía donde se metía… Pero sigamos con la historia:

Leonardo se instaló en Santa Maria Novella, donde preparó un cartón monumental en el que representar la Batalla de Anghiari (1440), era una escena de caos, sudor y gloria que debía cubrir una pared de casi 17 metros de largo por 7 de alto. Leonardo dibujó energía contenida: caballos retorcidos, soldados que se aferran a un estandarte, rostros crispados por la furia. Giorgio Vasari, más tarde, lo describió así:

Sería imposible expresar la inventiva del dibujo de Leonardo… ni la fuerza de los caballos, ni el temblor de los músculos, ni el furor en los rostros.

Estudios de Leonardo para la obra
Estudios de Leonardo para la obra

Y Leonardo, que de deadlines entendía más bien poco, se puso a reinventar la técnica. No quería aplicar un fresco tradicional, recordemos que estaba en competición constante con Miguel Ángel y algo tenía que hacer para destacar. Total, que probó con el encausto, un método que consistía en aplicar calor para fijar los pigmentos. Y el resultado fue un desastre: la pintura empezó a derretirse en la pared.

Las figuras se deformaron y la obra, literalmente, se le vino abajo. Aun así, quienes la vieron quedaron fascinados. Y gracias a eso conservamos dibujos y copias de la que debía ser la parte central, “La lucha por el estandarte”, que fue copiada una y otra vez. Hasta Rubens realizó un dibujo basado en las copias antiguas, que hoy se conserva en el Museo del Louvre.

 Pedro Pablo Rubens, Copia de la parte central de la pintura de Leonardo
Pedro Pablo Rubens, Copia de la parte central de la pintura de Leonardo

La Batalla de Cascina o como Miguel Ángel se recreaba

Paralelamente, Miguel Ángel preparaba su propio desafío: la Batalla de Cascina (1364), donde las tropas florentinas sorprendieron a los pisanos mientras se bañaban en el Arno. Al florentino le venía de perlas el tema para hacer lo que realmente sabía hacer: pintar el cuerpo humano en toda su gloria anatómica. En la obra, los soldados, sorprendidos desnudos por el ataque, corren, se giran, saltan, tensan los músculos.

También realizó un cartón a tamaño real, en el que demostró su técnica mostrando figuras que parecían esculturas más que pinturas. La gente se agolpaba para verlo, los artistas querían aprender: Vasari también tuvo algo que decirnos:

Cuando vieron este esbozo los otros artistas quedaron rendidos de admiración y atónitos, porque era una revelación de la cima que el arte del dibujo podría conseguir. Aquellos que han visto estas inspiradas figuras declaran que nunca han estado superadas por ningún artista, ni siquiera por Miguel Ángel y que nadie, nunca, conseguirá alcanzar esta perfección.

Bastiano da Sangallo, Copia del dibujo de Miguel Ángel, de la parte central de La batalla de Cascina
Bastiano da Sangallo, Copia del dibujo de Miguel Ángel, de la parte central de La batalla de Cascina

Final abierto para esta batalla inacabada

Ninguno de los dos terminó su obra.

Leonardo abandonó Florencia en 1506 y dejó la obra inacabada. Décadas más tarde, cuando Vasari remodeló la sala para los Medici, el mural desapareció. ¿Desapareció? Hay una teoría, (que yo quiero creerme), del ingeniero Maurizio Seracini. Él propone que el fresco podría seguir oculto tras una pared levantada por Vasari.

Es decir, que Vasari, antes de cubrir la obra, levantaría un muro de protección. ¿En qué se basa? Primero en la adoración de Vasari por el arte y el artista; segundo, porque en lo alto de uno de los murales, Vasari introdujo una enigmática inscripción: “Cerca trova” (“El que busca, encuentra”). ¿Una pista dejada por Vasari en honor a su admirado Leonardo? ¡El misterio sigue vigente!

¿Y respetó el contrato Miguel Ángel? Tampoco. En 1505, el papa Julio II lo llamó a Roma con un encargo que cambiaría su vida: la tumba papal y, poco después, la Capilla Sixtina. Y no se le puede decir que no a un Papa… Así que el cartón quedó abandonado en Florencia.

De hecho, ambas pinturas inacabadas, la de Miguel Ángel y la de Leonardo, colgaron en la misma habitación juntas durante casi una década. Lamentablemente, el cartón de la pintura de Miguel Ángel fue cortado en trozos por el celoso Baccio Bandinelli. Por suerte algunos fragmentos sobrevivieron, como Los escaladores, grabado por Marcantonio Raimondi, que todavía deja entrever la potencia de su composición.

Tres figuras de la Batalla de Cascina de Miguel Ángel según un dibujo de Raimondi
Marcantonio Raimondi, Los escaladores (Tres figuras de la Batalla de Cascina de Miguel Ángel)

El gran proyecto de Soderini se esfumó. Por suerte, gracias a las fuentes, copias y bocetos, podemos imaginar lo que pudo ser este épico duelo artístico del Renacimiento.